Monday, February 27, 2006

LAS INJUSTICIAS EN LA VIDA.

"LAS INJUSTICIAS EN LA VIDA EXISTEN PORQUE SE HA ROTO LA RELACIÓN CON DIOS"

-¿Qué lee usted? -le pregunto a la Madre Teresa, y gentil responde:

-En general, las lecturas para mí dependen mucho del tiempo, y como generalmente no tengo mucho tiempo libre, sólo leo aquellas cosas que puedan cumplir un fin en mi trabajo. Consulto con frecuencia revistas médicas internacionales para estar al día en los nuevos medicamentos que pueden ser útiles en nuestros hospitales; eso leo ahora.

-¿Entonces no recuerda un libro que haya llamado su atención?

-Cuando era joven leía mucho, pero para mí es difícil darle nombre de algún autor...aunque no quiero que por mi culpa su trabajo sea incompleto. Mire, recuerdo "El Manto sagrado", de Lloyd Douglas, y también "Semillas del desierto", de Charles de Foucauld, es un libro muy hermoso, aunque, evidentemente, mi libro de cabecera ha sido siempre la Biblia. Todas mis lecturas tienen que ver con lo que me interesa, y es mi interés estar siempre al día con lo que pueda ser beneficioso para nuestra comunidad.

-¿Le interesa el cine?

-No tengo interés por ninguna clase de película, por lo que le puedo decir que no soy aficionada al cine. Aunque a veces programamos alguna exhibición de corte religioso para reunir algunos fondos... como esa película de "Ben Hur" y otras así. A veces nos prestan algún buen cine de la ciudad y los ricos nos compran las entradas a precios muy elevados, pero ellos no asisten a ver la película, ¿entiende?, sino que pagan las entradas para que los pobres la vean. Entonces, me retracto, ahora le digo que sí soy aficionada al cine (ríe francamente). Entonces, también le voy a decir que soy aficionada al teatro, a la música, a todas las artes, porque suele ocurrir que algunos artistas que visitan la ciudad a veces ofrecen alguna función cuyos fondos destinan a nuestra causa. Vea usted, yo creo que el arte es una forma de fe, porque un artista debe materializar muchas veces de la nada.

-¿Usted nunca ha dudado de su fe?

-No, nunca. En el momento en que uno acepta y renuncia a sí mismo, se produce la convicción total que comienza a regir su vida. Pueden tenerse otras dudas, ¿verdad?, pero dudar de Dios ya no sucede.

-¿Y si a pesar de todo persiste la inseguridad?

-Entonces es el momento de ponerse de rodillas, ¿no le parece?
-Las injusticias que a diario se cometen, ¿de qué manera se relacionan con el orden divino?

-No se relacionan, yo creo que se cometen porque, justamente, se ha roto la relación con Dios Todopoderoso. Podemos cometer errores, muchos errores, pero somos nosotros; por eso decíamos que el libre albedrío tiene esa dificultad. Y uno debe ser maduro para no equivocarse, porque nosotros somos los que erramos. El no se equivoca. Cristo sólo hace que salga a la luz lo mejor de cada uno de nosotros, y para que eso suceda primero debemos creer, invitarle a nuestra vida, porque El está siempre llamando a la puerta de nuestro corazón.

-¿Cuál es el principal problema que enfrenta su trabajo?

-Aquí existen muchos problemas, el tiempo nos ha enseñado que cada uno de ellos viene con su solución, y que la mayoría de las veces la solución es el tiempo mismo. En nuestros hospitales, en el leprosario, por ejemplo, un grave inconveniente es que los enfermos no siguen el tratamiento que les prescribimos. No entienden que si dejan pasar demasiado tiempo su enfermedad se agrava. ¿Sabe? Para curar la lepra es necesario un tratamiento prolongado y caro, por lo que en muchos casos el leprosos es abandonado por su familia y simplemente muchos de ellos no tienen dónde dormir. Naturalmente, también hay leprosos en las familias ricas, tenemos entre nuestros pacientes a estudiantes universitarios y jóvenes de familias acomodadas que vienen a medicinarse con nosotras.

“La lepra se presenta en diversas formas, en algunos comienza con rigidez en algunos miembros del cuerpo y sin ninguna mancha en la piel. A veces es causada por algún desajuste nervioso, porque una vez que los nervios se afectan se produce disfunción de algunos órganos. En esos casos resulta difícil hacer algo, aunque en cuadros de lepra nerviosa, el mal puede ser detenido, pero restablecer los nervios resulta casi imposible. Después, si el paciente no sigue las indicaciones, aparecen las señales en la piel, esa terrible ulceración de la piel. Un leproso pierde percepción en su cuerpo, por lo que muchos de ellos sufren quemaduras y mutilaciones sin darse cuenta de lo que les sucede, lo que al final les lleva al empudrecimiento total. Últimamente, en nuestros centros asistenciales estamos recibiendo a los moribundos infectados con el VIH, para que no mueran en la calle. Y tenemos algunos casos en que la propia madre ha tirado a la calle al hijo sidoso para que no contagie a los demás miembros de su familia; es patético, ¿no cree?

-¿Cómo entiende usted la muerte?

-La muerte es la continuación de la vida; la realización de otra circunstancia de la vida. La muerte es como volver a casa; sin embargo, la gente en general tiene miedo de ella, de lo que vendrá cuando se muera, por eso no quiere morir. Si no hubiera misterio, no existiría el miedo, ¿no cree?. Claro, está también el problema de la conciencia, "debí haberme portado de otra manera, mejor, debí haber sido más bueno" o cosas así, porque todos sabemos que la muerte es el abandono del cuerpo humano, aunque el corazón y el alma viven para siempre, jamás mueren.

Todas las religiones buscan la eternidad, la otra vida después de ésta, porque esta vida no es lo único, no es el fin de nuestra existencia, porque la casa de Dios Todopoderoso es infinita, y morir no es más que volver a El, ni menos, por eso no debemos temer a la muerte. Muy a menudo se muere igual que se ha vivido, pero para nuestra Orden es muy importante que nadie muera deprimido, desesperado, solo, falto de asistencia, de comida o de amor.

-¿Cómo ve usted al suicida? ¿Qué aconseja usted a alguien que recurre en su ayuda con este pensamiento destructivo?

-Me parece muy triste y difícil opinar sobre ello porque creo que es algo que tiene que ver entre la persona que quiere acabarse y Dios, y allí no debe intervenir nadie más. Nadie tienen derecho a interferir en esos momentos. Yo me puedo limitar a ayudarle en cómo hacer las paces con Dios, para lo cual la única forma es abrirle su corazón, reflexionar sinceramente con él, que mora en el fondo de cada uno de nosotros.

“Su pregunta me entristece porque pienso en toda la gente que hay, desamparada y sola, por allí en el mundo. Sólo puedo rogar para que sean fuertes, para que Dios les dé fortaleza, para que no olviden que ninguna cosa dura demasiado en la vida. Todas las situaciones cambian. El hombre es un constante fluir de energía que siempre va renovándose, que siempre es diferente, por eso las cosas cambian, porque el hombre mismo cambia.

“Cuando veo a alguien muy triste le digo que beba un vaso con agua, y si ni siquiera eso tiene, le digo entonces que salga al aire libre y mire las estrellas en el cielo, su evidente simetría, que mire las nubes, los arreboles en la atmósfera, el cielo, y que entienda que le puede pedir al hacedor de ese orden, que le pida a Dios, que él siempre, pero le digo "siempre", encontrará la forma de saciar su sed, porque Su mano siempre está tendida esperando por nosotros, porque bajo el cielo no hay un solo ser vivo que quede por siempre completamente desamparado”.
© Waldemar Verdugo Fuentes.